Hoy Facebook me ha recordado una foto.
Fue la primera vez que navegué en Tarifa. Valdevaqueros.
Levante flojete, unos 15 nudos con rachas de 19 en algunos momentos.
Por aquella época empezaba a descubrir las sensaciones del slalom. Iba a la playa con mi BMW antiguo de 1000 euros, con la baca llena de juguetes baratos de windsurf. Siempre me he considerado un tieso. Solía navegar en Valdelagrana, que estaba muy cerca de mi casa en Jerez, pero un día haciendo un derroche decidí probar en Tarifa.
Conseguí en un trocathlon una Loft Blade de 7.5 (la de 4 cambers de la época) por 50 euros. La vela venía con cambers RDM y yo la montaba con un mástil fiberspar 20% carbono SDM, así que tuve que hacerle la manicura a los cambers para poder arbolar, y solo arbolar porque creo recordar que el camber de abajo nunca giró.
La tabla era una starboard futura 133, mi niña bonita. Había ahorrado durante mucho tiempo para comprarme esa tabla. Y vaya compra, con ella descubrí la velocidad, el planeo de verdad con toda la tabla por encima del agua y sintiendo el trabajo de la aleta.
Pues ese día decidí ir a tarifa. Le tenía cierto respeto, había una barrera psicológica: ‘Valdevaqueros es para los pros’. Yo era un paquete en el windsurf y en tarifa solo navegaban los máquinas.
Recuerdo que me lo pasé genial, estaba bastante planito y en las rachas podía apretar y correr más que nunca hasta entonces, entonces descubrí que cuando uno va pasado pero controlando empieza a correr de verdad.
Desde entonces hasta hoy han pasado muchas sesiones. Por mis manos ha pasado mucho material. Ahora tengo estabilidad laboral y puedo estirar un poco más el presupuesto. Incluso me da para bajar a Bolonia varias veces al año.
Miro atrás y veo que sigo siendo el mismo. Que sigo empujando en cada racha intentando volar más rápido.
Ahora soy un paquete pero con más experiencia.